martes, 20 de marzo de 2018

Madrid, 1886

Todo comenzó con esta noticia:




Dicha noticia apareció en la página 2 de "El Día", Madrid. 1881, el 23 de Marzo de 1886.

Los vecinos fueron quienes advirtieron al alcalde del barrio de Daoiz lo sucedido con una nota anónima, quien se presentó en la casa en cuestión. Al llegar, vio que la niña, llamada CONSUELO MÉNDEZ, que contaba 6 años solamente, tenía una herida en la frente, que llevaba tapada con unos paños. La madre en principio se mostró reacia a sacar los paños para que el alcalde viese lo que tenía. Preguntando quién le hizo dicha herida, la madre (el padre se encontraba trabajando), contestó que la niña misma se lo hizo, según ella con la tapa de un baúl. Enseguida, mandó llamar a un médico de la Casa de Socorro. Este advirtió que presentaba el cuerpo cubierto de cardenales.  Los nombres de los padres de la niña:
DAMIÁN MÉNDEZ
SEGUNDA FERNÁNDEZ. (La Unión, Madrid).




El edificio en el cual ocurrieron los hechos.



Pocas horas después, la niña fallecía en la misma casa, a las dos de la tarde. Según voces que escucharon los vecinos, los padres se abalanzaron contra la niña cuando el alcalde y el médico se ausentaron para llevar a cabo las diligencias. Casi dos horas después, los padres ya habían sido detenidos y enviados a sendas cárceles, para evitar que el tumulto del vecindario los llegase a agredir fatalmente, por el sinnúmero de personas furiosas que se encontraban en la calle, intentando entrar en el edificio. El griterío debía de ser inmenso y las fuerzas del orden tuvieron que intervenir para evitar que el tumulto agrediese a los padres, los cuales negaban todo el tiempo haber empleado crueldad con la niña. Unas 500 personas se encontraban en dicha calle Monteleón y próximas, enfurecidas mientras el matrimonio iba siendo conducido por un carruaje al juzgado del Palacio de las Salesas para prestar declaración.

Los periódicos indagaron en el lugar y recibieron informaciones por parte de los vecinos, quienes dijeron que la niña había llegado hacía un año a la calle Monteleón. Había nacido el pueblo de su madre, Segunda, en Galicia, donde estuvo viviendo con sus abuelos. Oían quejas muchas veces y en varias ocasiones intervinieron para que dejasen de golpearla. Según testigos, la madre de la niña le tapaba la boca para acallar sus gritos e incluso le apretaba la base del cuello hasta casi estrangularla.

Durante todo el año, desde que la niña llegó, no cesaron los quejidos y golpes.

Antonio Beltrán y Manuela Fernández, matrimonio vecino, intercedieron para que la madre no castigase de esa forma a la niña, pero esto no hizo más que aumentar la crueldad infligida a la niña.




Los hechos ocurrieron en la buardilla del edificio, lugar donde vivía el matrimonio y Consuelo.
El instructor de la Universidad, siguiendo la orden del Juzgado de la Audiencia, pidió que el cuerpo de la niña se trasladase al depósito judicial.



(El Imparcial  25/3/1886, PÁG.3.)

Ese mismo día 25, todavía se hallaba un gran gentío en la calle Monteleón. Los vecinos juraban vengarse de la muerte de Consuelo una vez los padres saliesen de la cárcel. Al final se presentaron
el delegado del distrito, el capitán de seguridad Sr. Vázquez Paradela, un alférez y ocho ó diez
guardias que a duras penas podían contener á la multitud. Cuando el servicio funerario sacó el cadáver, los gritos eran ensordecedores, y en cuanto el matrimonio fue llevado al juzgado, las mujeres se fueron a la calle Quiñones a esperar la llegada de Segunda a la puerta de la cárcel. (El Imparcial).

CONMOCION POPULAR

La gente que se arremolinaba en la calle mostraba su dolor, su indignacion, la cual iba en aumento a medida que los que salían del edificio, tras haber podido ver el cuadro de la niña muerta ya, con cuatro velas alrededor, y los padres en silencio al lado, se enfurecían al explicar que los padres no estaban ni inmutados ni reflejaban culpabilidad alguna. Poco a poco la tristeza y el dolor se fueron transformando en rabia inmensa, en ira, en furia, hasta que el orden público tuvo que intervenir para evitar que alguien hiciese algo a los padres, a los gritos de "Matarlos!" y de "Mueran", cuando iban en dirección al juzgado. Todo Madrid hablaba del caso de esta niña.

La Sociedad Protectora de los Niños escribió una carta a El Pabellón Nacional:

El Pabellón Nacional, Madrid, 27/3/1886



Cuatro meses después, el 9 de julio de ese mismo año el Ministerio Fiscal calificaba los hechos como parricidio y pedía se impusiera a los padres la pena de muerte.

Se decidió por el día 23 de noviembre la vista en el juicio oral y público.

Finalmente, se inculpó a la madre, quién obtuvo la cadena perpétua. El marido, por encubrimiento, 12 años. No se pudo averiguar quien abusó sexualmente de Consuelo, pero los peritos declararon que el cuerpo había estado expuesto a abusos deshonestos y en diversas ocasiones, durante el juicio, se preguntó a los testigos si tenían conocimiento de este dato. La niña presentaba una fiebre catarral en el momento de la muerte, además de los cardenales y el golpe en el cuello (que según los peritos no pudo ser producida con la tapa de un baúl).

"Se lamenta el ministerio público de que tal vez por no haber sido bien aprovechados los primeros momentos de la instrucción del sumario, permanezca punto de tan capital importancia dentro de esta causa envuelto en la mayor oscuridad y misterio. "




¿Quién cometió abusos sexuales a Consuelo, los cuales fueron el principal desencadenante de su muerte lenta? NUNCA SE SUPO. Una amiga que declaró, Teresita Mira, también sufrió abusos sexuales, sin embargo no fueron tomados en cuenta por advertir los jueces que dicha niña hablaba en voz de su madre, parecía coaccionada por ella, y porque precisamente dicha madre y la madre de Consuelo habían reñido muchas veces, y estaban enemistadas. Tampoco se indagó más en uno de los inquilinos, quien había regalado una muñeca a Consuelo en dos ocasiones. La niña aparecía débil, linfática, ¿quizás por haber estado sufriendo durante tiempo pérdidas de sangre? Jamás se sabría.

Por esta niña, de tan sólo seis años, POR TODAS ELLAS.



Colegio Santa Isabel, Madrid, donde Consuelo iba cada día, a diez minutos andando desde su casa.
fuente: flickr

No hay comentarios:

Publicar un comentario